Ya se van acercando días de procesiones, penitentes, cera...se acerca nuestra querida Semana Santa. Y como aquí somos de muchas tradiciones no podían faltar los típicos buñuelos.
En nuestra familia es muy tradicional que el Viernes Santo mi abuela nos invite a todos sus hijos y nietos a comer potaje y albóndigas de bacalao, y luego ella hace buñuelos para terminar una tarde entrañable. Es un recuerdo que tengo desde muy pequeñita, mi abuela con sus trabajadas manos metidas en la masa y friéndolos. Y quien mejor que ella para darme esta fantástica receta que hoy quiero enseñaros. Ha sido ella quien me ha mostrado como hacerlos y quién me ha dado todos los trucos para que salgan perfectos.
Antes de empezar quiero explicaros que necesitáis un instrumento de cocina al que ella llama "el buñuelero", que es una especie de cazo con un agujerito en medio, el cual se rellena de la masa y se fríe. Es importante que "el buñuelero" esté siempre dentro del aceite, y me dejó bien claro, que no se puede lavar ni restregar, al terminar de usarlo se limpia el aceite que tenga y se guarda bien, hasta el año que viene.
Bueno, pues una vez explicado esto...
Empezamos!!!
Ingredientes:
- 1 kilo de masa de pan (tiene que estar fermentada y subida). Para ver la receta del pan casero pincha aquí
- 1 litro de agua
- Una pizca de sal
- Aceite de girasol (bastante para freírlos)
- Azúcar y canela
- Miel de caña (opcional para acompañar)
Elaboración:
Comenzamos calentando el litro de agua junto con la pizca de sal a fuego medio, no debe estar muy caliente, solo templada.
Una vez que el agua este lista, es el momento de preparar la masa de los buñuelos. Añadimos un poco de agua a la masa de pan y comenzamos a manusearla poco a poco. Ella me explica que hay que hacer el movimiento de "lavar" la masa. Se irán formando hebras, esas hebras desaparecerán conforme vayamos añadiendo agua y "lavando la masa". Tenemos que repetir varias veces este proceso de echar agua y manusear hasta que consigamos una textura tipo puré (sin ninguna hebra, líquida).
Rellenamos una jarra con esta masa.
Ponemos una sartén con bastante aceite de girasol a fuego medio e introducimos "el buñuelero" aún vacío de masa, para que vaya tomando la misma temperatura.
Cuando el aceite este listo, sacamos "el buñuelero" y con la jarra lo rellenamos, es importante no rellenarlo hasta el borde. Ella me explica que cuando los extremos de la masa estén a punto de juntarse alrededor del agujero hay que dejar de rellenar.
Introducimos "el buñuelero" en el aceite y esperamos a que la masa se suelte ella sola. Una vez pasado esto, le daremos vueltas con un tenedor hasta que este doradito y reservamos en un plato con papel de cocina para que absorba el exceso de aceite.
Una vez que estén templados, preparamos un plato con azúcar y un poquito de canela (al gusto) para rebozar algunos. Esto es opcional, algunos pueden ir rebozados para comer directamente, y otros pueden servirse sin el azúcar para mojarlos en miel de caña.
Y listos para comérselos!!!
Ha sido un orgullo para mí aprender ha hacer esta receta de manos de mi abuela, que, a pesar de tener algunos arrechuches de la edad, siempre esta dispuesta a enseñarme todo lo que le pido.
Te quiero mucho abuela!!
Espero que os haya gustado la entrada de hoy. Os espero en la próxima. Muaksss
No hay comentarios:
Publicar un comentario